Mientras la multitud estaba en el teatro, Calírroe, antes de entrar a casa, se fue al templo de Afrodita, y cogiéndose a sus pies, colocando sobre ellos su rostro y desatando sus cabellos, la besó y dijo:
-Gracias a ti, Afrodita, pues de nuevo me has mostrado a Quéreas en Siracusa, donde lo vi cuando era virgen por tu voluntad. No tengo para ti reproches, señora, por lo que he sufrido. Eso fue mi destino. Te suplico que no me separes nunca más de Quéreas, sino concédenos una vida feliz y una muerte juntos.
''Tal es la historia de Calírroe que he escrito''
No hay comentarios:
Publicar un comentario