miércoles, 29 de junio de 2011

Quéreas y Calírroe

Mientras la multitud estaba en el teatro, Calírroe, antes de entrar a casa, se fue al templo de Afrodita, y cogiéndose a sus pies, colocando sobre ellos su rostro y desatando sus cabellos, la besó y dijo:

-Gracias a ti, Afrodita, pues de nuevo me has mostrado a Quéreas en Siracusa, donde lo vi cuando era virgen por tu voluntad. No tengo para ti reproches, señora, por lo que he sufrido. Eso fue mi destino. Te suplico que no me separes nunca más de Quéreas, sino concédenos una vida feliz y una muerte juntos.

''Tal es la historia de Calírroe que he escrito''


domingo, 26 de junio de 2011

Ella

Si tú estás a mi lado muero
amándola en mi fuero interno
cálido pesar verdadero
se hunde en la sierra.

Así mi cantar es estrecho
y prueba de mi son maltrecho
liga tan especial del lecho
recorre su pierna.

Estoques de trazo perfecto
borraban su intrépido aliento
que pudo escapar en el viento
con alas modernas.

Condenan los férreos prefectos
las almas que contienen fuego
que se consumen derritiendo
las bellas estelas.

La sangre que sentía miedo
de aquellos demonios sinceros
no tuvo acero, tuvo esmero
al cortar la piedra.

miércoles, 22 de junio de 2011

Annabel Lee

Hace muchos, muchos años,
en un reino junto al mar,
vivía una doncella
cuyo nombre era Annabel Lee;
y vivía esta doncella sin otro pensamiento
que amarme y ser amada por mi.

Yo era un niño, una niña ella,
en ese reino junto al mar,
pero nos queríamos con un amor que era más que amor,
yo y mi Annabel Lee,
con un amor que los serafines del cielo
nos envidiaban a ella y a mi.

Tal vez fue esa la razon de que hace muchos años,
en ese reino junto al mar,
soplara de pronto un viento helando
a mi hermosa Annabel Lee.
Sus deudos de alto linaje vinieron
y se la llevaron apartándola de mi,
para encerrarla en una tumba,
en ese reino junto al mar.

Los ángeles, que no eran ni con mucho tan felices en el cielo
nos venían envidiando a ella y a mí...
Sí: tal fue la razon (como todos saben en este reino junto al mar)
de que soplara un viento nocturno
congelando y matando a mi Annabel Lee.

Pero nuestro amor era mucho más fuerte
que el amor de nuestros mayores,
de muchos que eran más sabios que nosotros,
y ni los ángeles arriba en el cielo,
ni los demonios abajo en el fondo del mar,
pudieron jamas separar mi alma
del alma de la hermosa Annabel Lee.

Pues la luna jamas brilla sin traerme sueños
de la hermosa Annabel Lee
ni las estrellas se levantan sin que yo sienta los ojos luminosos
de la hermosa Annabel Lee.
Así, durante toda la marea de la noche, yazgo al lado
de mi adorada-mi querida- mi vida y mi prometida,
en su tumba junto al mar,
en su tumba que se eleva a las orillas del mar.

Poema de Edgar Allan Poe

Diosa

Devuélvemos la dignidad
la que ellos nos han robado.
Devuélvenos el disfrutar
que ellos han machacado.
Ayúdanos a rescatar
lo que ellos nos han quitado.
Ayúdanos a conquistar
su falso lugar sagrado.
Álzanos hasta alcanzar
la gloria de su disparo.

martes, 21 de junio de 2011

Mujer

Ablación del alma en su tercer grado,
la arrancas de cuajo.
Confusión del viento en su mirar blando,
no ríe no hay llanto.
Destrucción del cuerpo en su esplendor zafio,
no hay cielo no hay santos.

martes, 14 de junio de 2011

Invierno

Mueres. Te odio. Gotas gélidas caen sobre tus laderas.
Gritas y tu alma se apaga sin respirar.
El aire mojado y no te puedo alcanzar.
¿Cuándo vendrás, máscara oscura, mis labios a conquistar?
Mi piel te añora porque no te puedo tocar.

Vuelas. Te atrapo. Témpanos de hielo saltan al sangrar.
Muerdes, y tus dientes desgarran la paz.
La pasión que siento y por mi perderás.
¿Cuándo vendrás, hada macabra, mi cólera a visitar?
Todo perece porque tú no me quieres amar.

Otoño

Te extraño. Las hojas caducas caen de los árboles.
Duermes, y tus sueños se cumplen al despertar.
De las sábanas y que no vas a rechazar.
¿Cuánto tiempo, árbol caído, voy a tener que esperar?
Tus ramas gritan porque no me quieren soltar.

Te pierdo. Tu cuerpo curvado se pierde sin más.
Bebes, y tu sed te acerca a la mar.
Tus raíces se escapan porque no tienen donde aguantar.
¿Cuánto tiempo, roble marchito, voy a tenerte que amar?
El agua te lleva y tú no sabes nadar.