miércoles, 31 de agosto de 2011

Querida alma:

Tú que siempre estás ahí, te has ido. me has abandonado.
Tú que estabas ahí ayer, hoy ya no estás.
Yo que te hablaba, ¿a quién le hablo ahora?
¿A quién le contaré mis penas, mis pensamientos?
Me has dejado ángel de la guarda (y eso que compré un amuleto),
caminos de oscuridad me acechan tras las puertas, tras las ventanas, tras las miradas.
Te odio, y a la vez me odio proque formas parte de mi.
Si yo caigo en la oscuridad tú también caerás.
En tu conciencia quedará la semila de mi soledad.
Te quiero.
Yo.

Querida cabeza mía:

¿Por qué no piensas?
Últimamente me guio por mis instintos y sólo cometo errores, ¿para qué sirves si cuando se te necesita no estás ahí? Eres peor que los amigos.
Sé que te gusta estar en tu realidad paralela pero deberías ser consciente de que estamos en esta realidad y de que a veces te necesito.
Nunca me ayudas, si no cambias tendremos serios problemas, ya lo verás.
Luego te lamentarás y seré yo la que me sentiré mal.
No haces nada, y cuando lo haces es sin pensar, sin consultarle al corazón lo que podría pasar.
Te necesito urgentemente.
Yo.

Querida yo:

Te quiero, no sé cómo no podría quererte. Te extraño aun cuando siempre estás conmigo.
Cuando a veces no eres tú misma me siento triste, porque me gustas tal y como eres.
Cuando nos enfadamos y perdemos el control me siento confusa, te veo borrosa, te conviertes en una mancha difusa y encolerizada.
Después no quedan recuerdos, sino una imagen borrosa de ti misma, una vaga pintura que recrea mi mente para encontrarle sentido a nuestra discusión.
Últimamente chocamos mucho, y me siento mal conmigo misma y contigo, intentaré cambiar.
Te quiero.
Yo.